Aristide Pompasse había muerto, pero el diabólico espíritu del gran pintor aún se cernía sobre los viñedos de la Toscana. Sus retratos eran tan conocidos como su debilidad por las jóvenes amantes, y nunca permitió que ninguna lo abandonara, hasta que Charlie, su esposa, consiguió huir de la finca italiana. Ahora Charlie había vuelto a La Colombala para enterrar los fantasmas y reconciliarse con su pasado, para empezar una nueva vida. Y no había lugar en su futuro para un hombre tan inquietante como Connor Maguire. El único propósito de Maguire era develar los secretos que envolvían la vida y la muerte de Pompasse, y conseguir de ese modo el éxito y la fortuna. No estaba dispuesto a que nadie se interpusiera en su camino, pero pronto descubriría que la joven viuda era el centro de toda su atención. En la vieja finca, donde las sombras del asesinato y del deseo bailaban bajo la luna, nada era lo que parecía.
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