El Marqués de Mounteagle se siente dolido cuando se entera de que la joven con quien pretendía casarse y que aseguraba amarlo, espera, para decidirse a aceptarlo, a ver si un rico duque se muere, para así ella casarse con su primogénito, cuyo título es más importante que el del marqués.
Este confía a su amigo, Lord Charles Carrington sus problemas y, a la vez, le pregunta si considera posible que alguna mujer llegue a amarlo por sí mismo. Lord Charles responde con sinceridad que ello es improbable.
Posteriormente, apuestan sus mejores caballos porque el marqués finja, durante quince días, ser un sirviente para poder darse cuenta de cómo vive la otra mitad del mundo. El marqués consigue, con la ayuda de su cochero, obtener el empleo de conductor de caballos de Lady Horncliffe, quien es tan hermosa como vulgar y mezquina.
El marqués conoce a Laela, la joven sobrina del finado esposo de Lady Horncliffe y quien sirve a ésta como costurera.
Este confía a su amigo, Lord Charles Carrington sus problemas y, a la vez, le pregunta si considera posible que alguna mujer llegue a amarlo por sí mismo. Lord Charles responde con sinceridad que ello es improbable.
Posteriormente, apuestan sus mejores caballos porque el marqués finja, durante quince días, ser un sirviente para poder darse cuenta de cómo vive la otra mitad del mundo. El marqués consigue, con la ayuda de su cochero, obtener el empleo de conductor de caballos de Lady Horncliffe, quien es tan hermosa como vulgar y mezquina.
El marqués conoce a Laela, la joven sobrina del finado esposo de Lady Horncliffe y quien sirve a ésta como costurera.
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