Era bella, descarada y muy mandona. Eli Chandler no necesitaba a ninguna rebelde pelirroja que le complicara la vida. Con una novia que había desaparecido y un astuto jugador suelto tenía más que suficiente. Entonces, ¿por qué sentía esa increíble atracción y esas ansias de amor por la hija del jefe? Eli Chandler siempre cumplía sus promesas y sus votos. Y eso era algo que Delilah Jackson apreciaba. Del mismo modo que apreciaba los peligrosos sentimientos que provocaba en ella y que le recordaban que era una mujer, además de una ranchera.
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