Cuando todavía eran niños, los padres de ambos habían arreglado que Casandra Sherburn y el Duque de Alchester contrajeran matrimonio algún día, y ahora que ella era ya una jovencita, la rica y bella heredera comprendía que no había nada que deseara más en el mundo que casarse con el apuesto duque.
Sin embargo, al pensar que él se casaría con ella, a quien no había visto desde que era niña, sólo por su dinero, la horrorizaba. Desafiando, tanto a su familia como a la rígida sociedad victoriana, la testaruda heredera se lanzó a Londres, impulsada por el atrevido plan de conquistar el corazón del duque.
Sin embargo, al pensar que él se casaría con ella, a quien no había visto desde que era niña, sólo por su dinero, la horrorizaba. Desafiando, tanto a su familia como a la rígida sociedad victoriana, la testaruda heredera se lanzó a Londres, impulsada por el atrevido plan de conquistar el corazón del duque.
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